La lluvia es un soneto limpio, ilimitado,
verídico,
intimo e irresistible.
Me gusta el ruido,
juntando parte del cielo, para luego;
regresar,
arrastrar ramificaciones del mundo y volver,
una parte nuestra siempre se va a las nubes, contagiando instrumentos de
dulzura despejando la profundidad fresca/
elocuente, que gira sin interrogar.
¿Te gusta mirar al cielo
mientras cae un diluvio?
Quedan los charcos,
espejos del cielo retocando algoritmos,
mintiendo al realismo; impregnando de un
lugar/ un lunar/
una luna entrelazada el camino de las espinas,
segmentando el fuego, de mala mirada suprema, la que concede a todo paisaje color, ritmo,
veracidad, inteligencia.
Lo maravilloso del ritual de mojarse; es la delgada línea entre los gestos
emparentados con los despojos invariables,
atravesando sustancia y las millares de gotas que nos revistieron del
trasparente legado unido al latido por
latido. Despilfarrando cuenta gotas, antes…
delsilencio que precede el inicio del amanecer.
“La ilusión de amor es un error de
juicio que hace atribuir al ser deseado los caracteres de perfección
tipificados en el ideal del amador. Si el ser humano fuera puramente lógico y
racional, solamente se enamoraría de los cónyuges menos imperfectos
que estuvieran a su alcance; pero el ser humano es habitualmente ilógico e
irracional, lo que le induce a juicios erróneos sobre el
valor de los individuos del sexo complementario.”
Tratado del amor – José
Ingenieros
Mientras llueve puedo verte, desprender la imaginación del constante arrullo
que tus dedos cristalinos sobreponen en ilusiones y sobrepasan descarrilando mi
corazón. Con los ojos cerrados siento
revivir intensidad evidenciando en el caer de las gotas la presencia
impartiendo suavidad; en los pasos, las constelaciones,
las teclas ligeras, las marcas que deja la
tinta en las hojas secas, los kilómetros
faltantes en la reverberación del misterio,
bendito y bienvenido. Cada día colocando
partituras intensificadas sobre cada flor arañada mientras dura el aguacero de
adverbios enamorados de tu nombre alternando
locura,inquietando carcajadas interminables
amansando hogueras.
Te abrazo,
mientras ruedan los cerros, las avenidas,
los testamentos, las heladas, los infinitos,
la catarsis moderna, los últimos recuerdos
de la era. Se van los teatros desalmados y
quedan tantas coincidencias sin razón de ser.
Retocando atardeceres; saludando una por una las
estrellas que escriben el mensaje inconfundible enmarañado a tus lienzos, esperando reventar colores con un beso interminable que si bien no sabe de labios juntos almidona
distancias para tener un sueño radiante.
Llueve,
cierro los ojos;
sigo tus dedos,
las nubes me reciben, el viento; los días buenos amurallados contra las tragedias, las incoherencias que no brotan en minutas
imperceptibles; a no ser que estén escritas
de mí para voz.