domingo, 29 de abril de 2012

Dulce


Tu amor abrió una herida
porque todo lo que te hace bien
siempre te hace mal
tu amor cambió mi vida como un rayo para siempre,
para lo que fue y será (lo que fue y será)
.
Tumbas de la gloria – Fito Paénz

Cine dual.
Mutua complicidad ensañándose al atardecer.
Tal cuál;
destripando latidos amparando pulsaciones
a contra luz, despidiendo otro día
midiendo anestesias
pintando benignas sonrisas.

       ¿Recuerdas el pasado?

       No, no podría ni siquiera describirlo. ¿Estás cómoda quieres algo más?



Estática primordial digitando pronombres propios,
atenuando venas aspirando
calma inmutable, disfrutando cada silencio
adornando toda palabra contenta por estar entre brazos cálidos.

Sequedad, de labios rajados, aminorando recuerdos paganos,
sin nosotros entrelazando pensamientos, con los ojos cerrados
extralimitando prudencia saciando deseo a instantes idóneos;
¡separando mordidas en el labio inferior;
antes de ir por otro calentamiento!,
medida justa mermando con la lengua  historias antiguas.

       ¿No quieres un postre?

       Es posible; ¡sorpréndeme!, estaré harta de ir a la delantera.

       Te sigo, vivo para ti, voy por dónde tú vayas. Si fueras actriz; quisiera ayudarte con tus líneas. De ser pintora limpiaría tus pinceles. O si fueras cantante; me limitaría a ser tu fan número 1.

Bruma. Recuerdos nuevos, frescos e incendiarios acelerando benevolencias. Calma infatigable, sequedad en el alama; de poder vivir atado tus humedades sedaría trances sin soltarme de tu piel legítima amante; ¡esos podría, debería, quisiera, tal vez;imaginaciones acordonadas me están matando! Un cielo esquivo dictando las últimas horas del atardecer. Así se van las angustias, crema y fresas, peligro y travesía. Cobrando impuestos con los dedos siniestros escapando por dónde podrían prolongar suspensión agitada. Adorno una fresa con corona de crema, dejo que la descabeces, alejo el fruto y contamina conciencia precipitándome al fruto dulce entreabriendo levemente el tesoro; deslizando los dedos. Placer infinito; impregnar la fresa en tus labios, besarte y cubrirla de crema mientras la muerdes yo sigo el juego vampiro; sensación incoherente que se repite por diversos puntos, suavidad del fruto, cosquilleo de la crema y bocados eléctricos. Alcanzando al siniestra avería; inquietando respiración abrillantando la fruta hipnotizando profundidad.
Una y otra vez…

       ¿Qué quieres de mí?

       Nada mujer, reservo tu espalda para la cena.