Te digo cientos de miles cosas.
Los días pasan y una carta extensiva; embute el cuerpo en las dulces fracciones.
Ecuación somnolienta.
Sé que tengo la cabeza despejada; cuando creo que tus ojos relampaguean.
Rito musical repasando los dedos, por esencia infringida recordando tu cabello en
un gesto separado en el tiempo.
Un ahora
soñándote.
Otra parte tratando de escabullirme de la distancia.
Suelo articular sensaciones;
midiendo los detalles en los que te revelas.
No quiero escapar de ti,
pero a veces suelo racionalizar.
Tener una teoría segura y supongo estar en tierra
firme.
La felicidad se escapa,
aquélla que en las primeras misivas era una tragedia indigna de un “Hola”.
Entones en el fondo del cráneo; cientos de luces escalan los sentidos, porque abrillantando un lugar das un paso fuera
de borda y quedas suspendida en nubes,
aminorando los pesos incendiarios del corazón.
Inconscientemente desintegro sonetos, confiando que el viento sepa tanto de recados
como lo hacen las flores cuando quieres explicarme que seguimos adentrándonos
al saber entregarnos.
Me gusta la música que me une a tus cosquillas.
Dialogando con todos los elementos, para que nuestros “te
quiero”, sepan navegar los cielos.
Hoy si te pido disculpas por el estilo, y tantos días fuera de la ventana; ciertas dolencias me dejaron fuera del teclado, noches en blanco dando vueltas por la habitación
esperando en vano que las pastillas tiñan alivio.
Veo amanecer, el dolor es insoportable, pero a veces es una
tortura; incomoda,
porque eres mi chica ideal para un papel principal en mi imperfecta vida, en los días que podrían mejorar, en mis historias sin final, en esas tonteras que uno enlaza mientras ve los
rastros de felicidad ajena; saboreando los
propios que están ahí, en algún minuto y un
paralelo esperándonos. Me da rabia dejar
escapar señas telúricas, que en las pocas
horas de sueño una pieza de tu gentileza abriga esperanzas.
“Por eso ven
hacía mí
por eso di
solo si
contigo soñar
dónde nadie te llevo, nadie llegara”
Seré tu música - Octavia
No te amo por lo que descubro/ ¡te amo!; porque cuando cierro los ojos tu nombre trae
consigo violentas frases perfectas engranando la misma zona horaria, eligiendo sabores sobrenaturales; intercambiando neuronas hiperactivas.
Por favor un poco de paciencia, el camino se va aclarando lentamente; sé que cuando pueda levantar un faro, le daremos un respiro a nuestra historia; me cuesta creer en lo que tú ves en mí.
Sin embargo estoy a tu altura/ estando a tu medida.
Morí, deje de
creer, mal gasté textos adivinándote a
tientas; mientras tus ojos estuvieron a
plena vista en los cielos más estrellados.
Ya me salvaste la vida sonriendo.