domingo, 10 de junio de 2012

Antes del cielo.


Brisa de alfileres, merodeando cada sitio dónde pueden extrañarse;
decibeles apuntados extenuando suplicas y castigos
desde un ojo moreteado aproximándose,
al beneplácito de la tormenta; ensangrentando adjetivos cobrados
del desplante injurioso.

Balanza, equilibrando templanza.
Serenidad provocando jodidas alabanzas sin retorica quebradiza.

Una y otra vez.
Ver.
Verse, desvivirse y creer ser.

Viento; creyendo que el viento cura las heridas,
Resiste las huidas y se apodera de los telegramas inestables, volviendo al cuento cada vez que tengas apetencia de decir algo y yo quiere quebrarte con palabras al oído; propias, nuestras y simplemente eternas. 



De lo único que estaba consciente era del peso de los cuerpos, la altura de los edificios y de sus manos. Le pedí que se acercara y me diera su mano. Que ansiaba estrechar.
Una nave espacial de ternura hacia la lunaLayla  Balbaki

Desavenencia bulliciosa, atenuando hogueras, que quizás no dieron en el blanco significado que sólo estaba rondando respuestas/ deseando soñar y creer que al final, despertar era el principio divino aconsejando  pronunciar apartados significativos, reales e inauditos.

Mis palabras son tan simples, que al encontrarme mudo, modelando un ritmo; sigo la música en el reproductor, esperando resuene el estilo y no se verifique mi tontera, así, van inquietas todas las letras, aprendiendo espacios y desprendiendo una simple tonada; que se ha repetido en variadas oportunidades; “quiero que seas el final de éste viaje”, oprimiendo el anhelo de querer y ser correspondido.

Tierra firme, sabes.
Un lugar dónde encontrar la chispa para sentirme vivo, que vale la pena cada día; y escapar de la terrible soledad. Un gesto pleno, una palabra amable, un tal vez increíble.
Quizás conocer algunos de tus pensamientos.

Enredarme con fe en tus pestañas.
Ensayando un beso atómico.
Saltar e ir por las estrellas.
Simpleza.